Era una apuesta de riesgo, pero el Festival de Teatro Clásico de Almagro, que esta noche ha entrado en su recta final con la poesía de San Juan de la Cruz «interpretada» por Lluis Homar y Adriana Ozores, ha demostrado que se puede volver a la Cultura «y hacerlo con todas las garantías».
«En una noche oscura/ con ansia, en amores inflamada/ ¡oh dichosa ventura!/ salí sin ser notada/ estando ya mi casa sosegada», ha recitado en el Corral de Comedias Homar, director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), que coproduce el montaje junto al Instituto Cervantes, y que ha sido acogido con un aplauso de varios minutos
Con la música de Federico Mompou (1893-1987) interpretada en escena por el pianista Emili Brugalla, Homar y Ozores han interpretado versos del «Cántico Espiritual», que San Juan de la Cruz (1542-1591) escribió durante uno de los dos encierros carcelarios que sufrió por apoyar a la reforma de los Carmelitas descalzos.
Los poemas de «Alma y palabra. San Juan de la Cruz» se combinan con textos propios que cuentan la vida del santo mientras suenan los acordes de «Música Callada», con el «Cristo» de Velázquez presidiendo el escenario.
En la pieza, de 70 minutos, Homar y Ozores han hecho «un viaje espiritual» a través de la mística del santo, en la que anima al consuelo, el desapego y la templanza en tiempos oscuros y difíciles en los que domina «la desazón y la zozobra por lo perdido».
Vestidos al comienzo como para una clase de meditación, los actores han explicado que «el desasosiego» en el que vivimos se combate con «yoga, zen y taoísmo» sin ser conscientes de que «tenemos tan cerca a místicos como San Juan o Santa Teresa».
«¿Cómo se hace para tener el alma sosegada? Es fácil iniciar la búsqueda desde el arte, la poesía de San Juan, la música de Mompou y la pintura de Velázquez», ha propuesto Ozores, que recibió el año pasado el premio Corral de Comedias de Almagro.
El pianista ha explicado que Mompou es especialmente adecuado porque encontró en San Juan la motivación para componer su «Música Callada», su «soledad sonora»: «Cuatro siglos les separan, pero comparten la misma identidad de espíritu».
La obra se asienta en el verso de que «lo que buscas también te está buscando a ti» y reivindica la necesidad de recuperar del olvido a San Juan.
«Alma y palabra», con dramaturgia de José Carlos Plaza y dirección del propio Homar, es el último estreno de la 43 edición del festival, que comenzó el 14 de julio y concluirá el domingo, y es la primera parte de un ciclo que inicia la CNTC y que continuará con figuras como Fray Luis de León o Santa Teresa de Jesús.
La llamada a «sosegar» la «casa», es decir, el alma para que «los desórdenes interiores» que ciegan al hombre cesen, han adquirido especial relevancia en una edición que, según explicaba a EFE el director del festival, Ignacio García, ha tenido que lidiar con la pandemia y una posible desconfianza del público.
«Aplicando un criterio del Siglo de Oro había que tener mucha prudencia en un momento de tanta sensibilidad. Tardamos muchísimo en decir que se iba a hacer pero sin tenerlo seguro no debíamos ni anunciarlo ni cancelarlo. Claro que podemos estar en los teatros; debemos estar en los teatros», ha reivindicado García.
En los cuatro espacios abiertos para estas dos semanas de festival -la tercera parte de salas y la mitad de duración que el año pasado- el nivel de ocupación ha sido «muy alto» y el público ha demostrado «un comportamiento de compromiso y responsabilidad ejemplares», según García.
«El mensaje ha llegado y el impacto ha sido brutal. Almagro -primer festival escénico en inaugurarse en España tras la pandemia-, ha demostrado que se puede volver a la Cultura y con garantías», ha recalcado.
En lo artístico, ha dicho, el nivel ha sido «excepcional» y propuestas como el «Tirant lo Blanc» en valenciano -la comunidad valenciana ha sido la invitada de esta edición- han arrasado, con el público puesto en pie.
«Es emocionante ver cómo ha sido el seguimiento de las propuestas de este ‘nuevo’ Siglo de Oro, en el que era fundamental la implicación del espectador. Ya nos hemos curado de la incertidumbre y estamos concentrados en vivirlo día en día».
Que el público vaya al festival ha sido «vital» también para Almagro: «el domingo el propietario de un restaurante había hecho la misma caja que un sábado del año pasado. Estuve 25 minutos haciendo cola para comprar un helado. Nunca había esperado tan contento», ha añadido feliz.