¿Por qué el coronavirus no está desapareciendo con el calor del verano?

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Había muchas esperanzas en que las altas temperaturas del verano pudieran ser capaces de frenar la propagación del coronavirus. Este pronóstico no se ha cumplido ya que en los meses de junio y julio no se ha dejado de detectar casos de coronavirus, una cifra que va en aumento diariamente.

Colin Carlson, profesor de la Universidad de Georgetown, no se ha mostrado muy sorprendido de que el calor del verano no haya frenado el virus que causa la COVID-19. Esa afirmación, sin importar cuántas veces se haya repetido, nunca había estado respaldada por la ciencia.

El pronóstico optimista, aunque inexacto, se encontraba entre varios conceptos erróneos persistentes sobre el calor y la luz, y otros problemas relacionados con la propagación del virus, que dejan a los epidemiólogos como Carlson cada vez más frustrados. «Mi presentimiento es que la mayoría de los estadounidenses piensan que la luz solar y el calor matan el virus y que puedes estar al aire libre sin riesgo», explica Carlson en una entrevista recogida por USA Todady.

Aclarar mensajes contradictorios sobre cómo se propaga el virus podría ayudar a controlarlo, dijo Jamie Slaughter-Acey, profesora asistente en la división de epidemiología y salud comunitaria de la Universidad de Minnesota. «Hemos tenido este mensaje mixto desde el primer día», señala Slaughter-Acey, que explica que «cuanto más tiempo permanecen esos mensajes en la sociedad, más socava las buenas prácticas como usar una máscara, usar desinfectante para manos y mantener la distancia».

Cuando aparece una enfermedad como el coronavirus, las personas tienden a «querer saber cualquier información que tenga que ver con una cura», explica Sadie Jane Ryan, profesora asociada de geografía médica en La Universidad de Florida.

Marshall Shepherd, director del programa de ciencias atmosféricas de la Universidad de Georgia, lo llama «lanzamiento de deseos». «La ciencia ha sido muy clara, no entendemos la relación entre el calor y COVID», recuerda.

Después de estudiar los posibles impactos del clima en la propagación del coronavirus a principios de año, Rachel Baker, una investigadora postdoctoral en la Universidad de Princeton, y un equipo de colegas concluyeron que en algún momento en el futuro el virus podría volverse estacional como la gripe. Sin embargo, el documento que publicaron dejó en claro que en esta etapa temprana, la falta de inmunidad entre la población sería el motor fundamental.

Los científicos de Seguridad Nacional han seguido estudiando el virus. Han evaluado su estabilidad y capacidad para sobrevivir en saliva, fluidos pulmonares, en superficies no porosas y en el aire, explica el científico principal del equipo, Lloyd Hough.

La luz solar y la temperatura pueden descomponer el coronavirus más rápido en superficies no porosas, como los carros de compras, pero no es instantáneo. Hough dijo que es solo una pequeña parte de las muchas características que contribuyen a la capacidad del virus para transmitir y causar enfermedades.