Antony Blinken, y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov.
Dos días después de que el presidente estadounidense, Joe Biden, advirtiese a su homólogo ruso, Vladimir Putin, que habría «consecuencias» en caso de que Rusia pisase suelo ucraniano y que cualquier internada por parte de las tropas rusas se tomaría como una «invasión», Blinken ha vuelto a insistir en la misma idea: «cualquier ataque de Rusia contra Ucrania acarrearía un alto coste para Moscú», ha dicho en las horas previas a su reunión con Lavrov.
Las pocas posibilidades de que el conflicto no vaya a más pasan porque el encuentro entre ambos mandatarios llegue a buen puerto. Algo que, dadas las circunstancias, parece complicado.
Conversación telefónica previa al cara a cara
Blinken y Lavrov acordaron verse el viernes en la ciudad suiza durante la conversación telefónica que mantuvieron el pasado martes, aprovechando el viaje que el estadounidense tenía programado esta semana a Ucrania y Alemania.
Una alta funcionaria del Departamento de Estado explicó en una rueda de prensa telefónica que durante la llamada ambos responsables consideraron que sería «útil» reunirse en persona para rebajar la tensión, dado que Blinken iba a estar por Europa.
El titular de Exteriores de EEUU «cree que no hay reemplazo a la diplomacia en persona» a la hora de abordar la asistencia de seguridad que Washington ofrece a Kiev, dijo la fuente, en declaraciones recogidas por la agencia EFE.
Washington, de hecho, planea hacer más envíos de dicha ayuda en las próximas semanas. En caso de una hipotética incursión rusa -un escenario que ya nadie descarta- «proporcionaremos materiales de defensa adicionales a los ucranianos, lo que estamos en proceso de proporcionarles», destacó la fuente.