Cuál es el origen de la tradición de las las doce uvas de Nochevieja

las doce uvas de nochevieja
las doce uvas de nochevieja

Son las 00:00 horas del 31 de diciembre, y ya sea en los hogares de miles de familias españolas o en las plazas principales de las grandes ciudades que esperan la llegada del año nuevo, el tiempo parece detenerse unos instantes en los que la tensión está más presente que nunca. Niños y adultos cuentan con sus doce uvas, perfectamente dispuestas en un recipiente y listas para consumir, bien sea con o sin piel, y preferiblemente sin pepitas para evitar un atragantamiento indeseado. Las copas para el brindis están preparadas y el champagne bien frío reposa en la mesa esperando a que lo descorchen entre gritos de júbilo. En ese preciso instante, buena parte de los presentes permanecen atentos al mítico reloj de la Puerta del Sol, esperando a que llegue la media noche y comience el conteo. Empiezan sonando las cuatro campanadas dobles representando los cuartos, dando paso a las doce campanadas justo en la media noche, en las que cada persona cuenta con aproximadamente tres segundos para comer cada una de las uvas.

Qué son las doce uvas de Nochevieja

Ésta es una de las tradiciones populares más célebres de nuestro país, que se disfruta rodeado de familiares y amigos festejando la última noche del año y dando la bienvenida al próximo comiendo las doce uvas. Esta festividad difundida por todo el territorio español y que cada vez está más extendida por diferentes partes del mundo, celebra la abundancia, la prosperidad y la buena suerte para el año que está por comenzar.

Racimo de uva blanca

Desde la antigüedad, la uva ha sido un fruto asociado con la bonanza, la generosidad, la longevidad y la prosperidad. No es de extrañar que se haya popularizado su consumo para dejar atrás la última noche del año y celebrar la llegada del venidero con la mejor de las suertes. Las uvas de Nochevieja representan cada uno de los meses del año nuevo que comienza, y con ello, cada uva consumida tras la campanada correspondiente, supondrá la buena fortuna en el mes pertinente, dando así la bienvenida un año nuevo cargado de buenos deseos.

Normalmente entre reuniones de familiares y amigos, tras una abundante cena, llega una esperada celebración llena de felicidad y buenos propósitos para empezar el año nuevo de la mejor manera posible, las doce uvas de la suerte. Éstas deben comerse con cada una de las doce campanadas del reloj a partir de las 00:00h, tras el sonido de los cuartos. Una uva por cada mes del año que está por venir para atraer la buena suerte a nuestras vidas, o pedir un deseo con cada una de ellas. Una noche cargada de ilusión, alegría, y la esperanza de que todo pueda mejorar con el paso de los meses.

Cuál es su origen

Para conocer el origen de tan arraigada tradición, es preciso retroceder varios siglos atrás, y así acercarnos un poco más a los inicios de la costumbre de brindar con champagne tomando uvas como acompañamiento, que posteriormente daría lugar a la celebración tal y como la conocemos hoy en día.

En España las primeras referencias se remontan a finales de 1880 en Madrid, donde únicamente la burguesía tenía la costumbre de finalizar el año brindando con champagne o cava acompañado por uvas, imitando las exclusivas fiestas privadas que los franceses celebraban en Navidad. Parece que en un principio, debido al elevado coste de algunos de estos productos, era costumbre estrictamente entre las clases sociales más pudientes.

Mientras que las clases más ricas disfrutaban de estas celebraciones especiales, el ayuntamiento de la ciudad prohibía los festejos callejeros populares que se celebraban en la Noche de Reyes debido al alboroto ocasionado y al descontento por parte de la Iglesia Católica que lo tachó como algo “irrelevante y grotesco”. La clase obrera madrileña, en señal de protesta por las prohibiciones impuestas por el ayuntamiento, aprovechó para reunirse en la Puerta del Sol y escuchar las campanadas del reloj en Nochevieja. Como burla por la costumbre burguesa y en señal de protesta contra las restricciones que sufrían, empezaron ellos también a comer sus racimos de uva en la concurrida plaza, mofándose así de las clases más adineradas de la sociedad.

Años más tarde, en 1884, el periódico nacional El Imparcial publicó un artículo bajo el titular “Las uvas bienhechoras”, mientras que en El Correo Militar escribía en uno de sus artículos “…la imperecedera costumbre de comer las uvas al oír sonar la primera campanada de las doce…”.

A partir de ese momento, se instauró la tradición de las doce uvas de la suerte y durante la siguiente década, este hecho ocupó las portadas de los principales periódicos nacionales. Un factor que los comerciantes no dudaron en desaprovechar para incrementar sus ventas nombrándolas como “uvas de la suerte”, “uvas de la fortuna” o “uvas milagrosas”.

Uva alicantina de la variedad Aledo

Además de todo ello, en 1909 se produjo un excedente de la cosecha de la uva en Alicante, que los viticultores, con objeto de vender la producción, desarrollaron una creativa e innovadora campaña de Navidad promoviendo el consumo de las uvas, asociándolo a la buena fortuna para el año venidero. De este modo, popularizaron la tradición de tomar uvas en la última noche del año y empezaron a consumirse de manera generalizada en todo el país, produciéndose así el impulso definitivo que acabaría por consolidar la costumbre.

Las doce uvas de la suerte se convirtieron así en un fenómeno que incluso comenzó a retransmitirse en Televisión Española en el año 1962 desde la Puerta del Sol. Desde entonces millones de personas las consumen en diferentes países de América Latina, como Venezuela, México, Argentina, Ecuador, Colombia, Chile y Perú. Ya sea frescas en racimos, o enlatadas en botes individuales, peladas y sin pepitas, las doce uvas no pueden faltar para culminar la celebración de Nochevieja con la mejor de las fortunas.