hay hasta 29 deportistas que pertenecen al equipo de refugiados y se han convertido en la esperanza para miles de familias que viven en el exilio, en África están viviendo con mucha atención la participación de estos atletas.
En el campo de refugiados de Kakuma, en Kenia, las rutinas diarias han cambiado debido a la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio ya que hay 29 deportistas que pertenecen al equipo olímpico de refugiados.
Los atletas compiten en 12 deportes, entre ellos el atletismo, de todos ellos tres viven y entrenan aquí: Rose, Angelina y Paolo. Los tres escaparon de la guerra en su país, Sudán del Sur, para poder iniciar una nueva vida junto a sus familiares, que siguen sus actuaciones en Japón gracias a sus móviles.
«Yo animo a mis hijos para que se fijen en Anjelina»
«Si fuera joven me gustaría ser atleta, yo animo a mis hijos para que se fijen en Anjelina y puedan viajar y ver el mundo como ella», explica Mary Natukoi Victor, tía de Anjelina Nadai.
«Estoy contenta por que Dios está ayudando a Anjelina, ella tiene que correr con la confianza de que Dios está a su lado», cuenta su hermana Regina Nakang Aloitho. Apelan a la ayuda divina y les mandan toda su energía: «Rezo para que le salga una buena carrera, me haría muy feliz, quiero mandarla ánimos y que Dios le guie hasta la victoria«, asegura Regina Leah, la hermana del otro deportista, Paulo Amotun.
Después de todo lo que han pasado para sobrevivir ahora tienen la fé puesta en un triunfo en los Juegos: «Corre como lo haces siempre, rezaré para que ganes y lo celebremos todos juntos cuando vuelvas», dice Veronica Nahidish, madre de Rose Nathike.