La razón por la que no deberías comprar sandías y melones cortados

FRUTA CORTADA
FRUTA CORTADA

Pese a que hay mil artículos -seguro que también alguno nuestro- sobre trucos infalibles para saber a simple vista si una sandía o un melón están en su punto, reconozcámoslo: no nos fiamos. El miedo a estar llevándonos a casa un melón más verde que un pepino o una sandía pasada no se va hasta que le metemos el cuchillo y comprobamos si hemos acertado o no.

Entre eso y las dimensiones a veces descomunales que tienen estas frutas, lo de comprarlos cortados por la mitad o a cuartos se ha convertido en un clásico. Es una imagen de lo más habitual en fruterías y supermercados: melones y sandías cortados y envueltos en papel film. El éxito es doble, porque vemos la pinta que tienen y además nos llevamos la cantidad justa que queremos.

Una práctica de lo más habitual que, sin embargo, no es muy buena idea. Así lo acabamos de descubrir casi nada más abrir el libro de Beatriz Robles Come seguro comiendo de todo. Experta en seguridad alimentaria y nutrición -y una de nuestras fuentes de confianza cada vez que toca despejar dudas sobre seguridad a la hora de comer-, su primer libro está lleno de buenos consejos y algún que otro tirón de orejas sobre cosas que, como en este caso, hacíamos mal sin saberlo. Una lectura de lo más recomendable y además muy bien estructurada y escrita de forma muy amena.

Pero volviendo a las sandías y melones cortados, según explica Robles es una práctica que “entraña riesgos”. El problema -apunta- es que al cortar la fruta estamos rompiendo la protección natural del interior comestible respecto a la posible contaminación del exterior, ya sea en forma de microorganismos patógenos en la piel o contaminación de los utensilios o persona que lo corta.

Lo correcto sería lavarla bien antes de cortarla y, sobre todo, una vez cortada, mantenerla refrigerada. Algo que no suele ocurrir. “Si la fruta cortada no se mantiene refrigerada, se favorece el crecimiento de los microorganismos y, como es un alimento listo para el consumo, no hay ningún tratamiento posterior que mejore su higiene”, detalla.

¿Mejor evitarlo? “Es un producto que yo, por sistema, no compro”, comenta. Así que mejor tenerlo en cuenta en esta época en la que consumimos tanta sandía y melón, y cada vez en más locales ofrecen fruta ya cortada.

¿Soluciones? Buscar algún lugar donde al menos estén refrigerados, pedir que lo corten al momento o, sencillamente, optar por piezas enteras. Si sobra, siempre se puede aprovechar para una sopa fría de melón o un gazpacho de sandía que, en verano, son muy socorridos.