La música calma los espíritus, y los cerebros, en este caso.
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) es uno de los grandes compositores de la historia de la música. Sus piezas han trascendido con el paso del tiempo, de un mero entretenimiento a una forma de terapia.
Sí, terapia. Una investigación checa develó que escuchar su Sonata para dos pianos en D, K448, ayudó a una reducción del 32% de las descargas epileptiformes. Estas son ondas cerebrales que pueden generar convulsiones y epilepsia.
El estudio lo realizó el Centro de Epilepsia del Hospital St Anne. Los resultados se presentaron en el séptimo Congreso de la Academia Europea de Neurología.
La epilepsia, explica la Organización Mundial de la Salud, es una enfermedad cerebral no transmisible crónica. Por esta, una persona sufre convulsiones recurrentes, movimientos involuntarios que afectan una parte o todo el cuerpo. Puede dar una vez al año o varias veces al día.
El que la sufre puede perder la conciencia o el control de la función intestinal. Las convulsiones pueden ser tratadas con medicación, “que puede costar tan solo 5 dólares al año”, refiere la OMS.
Los datos del organismo mundial indican que 50 millones de personas en todo el mundo sufren de epilepsia, y que el 25% de los casos son prevenibles.
El estudio checo sobre el efecto Mozart en la epilepsia
Los expertos realizaron una comparación entre la Sonata de Mozart y la Sinfonía número 94, del también austríaco Joseph Haydn (1732-1809). “Escuchar a Mozart llevó a una disminución del 32% en las descargas epileptiformes, pero escuchar el No 94 de Haydn causó un aumento del 45%”, explicó el profesor Ivan Rektor, al frente de la investigación.
Para determinar los efectos sobre la actividad cerebral de la música de Mozart y Haydn, a un grupo pacientes con epilepsia se les implantó previamente electrodos intracerebrales.
“Creemos que las características físicas acústicas de la música de Mozart afectan a las oscilaciones cerebrales – u ondas cerebrales – que es responsable de reducir las descargas”, indicó Rektor.
No es la dopamina, dicen los analistas
Según investigaciones previas, el efecto Mozart en la epilepsia se conectaba con los efectos emocionales de la música. La dopamina se libera al escuchar música, de acuerdo con las hipótesis. Pero esto no se encuentra comprobado, y para los checos no tiene qué ver.
Rektor afirma: “Nuestros pacientes no eran conocedores de la música y dijeron que eran emocionalmente indiferentes a las dos piezas de música. Por lo tanto, no había ninguna razón para creer que Mozart evocaba más placer que Haydn”.
Apuntan los científicos que la reducción de las descargas epileptiformes era mayor en el lóbulo temporal lateral que en la parte del cerebro que participa en la traducción de señales acústicas.
¿Podrá la musicoterapia ayudar a reducir los ataques de epilepsia? Es el planteamiento de los expertos checos. “Basándonos en nuestra investigación, sugerimos estudiar el uso de piezas musicales con propiedades acústicas bien definidas como método no invasivo. Ayudaría a reducir la actividad epiléptica en pacientes con epilepsia”, indicó el profesor Rektor,