Cómo disfrutar del sol en verano sin poner en riesgo la salud de nuestro cuerpo

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Ya estamos casi en verano y la mayoría de los españoles están planeando sus vacaciones y este año, con más ganas que nunca. Muchos de ellos elegirán destinos en los que el sol será el protagonista, bien porque sean lugares con mar y playas o porque dispongan de piscina, el resultado es que la exposición de nuestra piel a los rayos solares será mayor de lo habitual.

Sin embargo, hoy en día muchos españoles no saben cómo protegerse adecuadamente. De hecho, según datos que maneja www.dosfarma.com, la farmacia online española líder del mercado, aunque nueve de cada diez españoles reconocen que exponerse al sol puede provocar problemas en la piel, un 25 % no utiliza ningún tipo de protección solar y ocho de cada diez solo en playas y piscinas y no durante el resto del día aunque esté expuesto al sol. La consecuencia es un 30 % de los españoles admite que se quema en algún momento durante el verano.

El sol aporta diferentes beneficios a nuestra salud, como el desarrollo de la vitamina D, la cual ayuda al cuerpo a absorber el calcio (uno de los minerales imprescindibles para la formación normal de los huesos), o la producción de serotonina, un neurotransmisor relacionado con la sensación de bienestar. También tiene una cara B: insolaciones, quemaduras, manchas, arrugas prematuras, lunares, alteraciones del sistema inmunitario, afecciones oculares e incluso cáncer de piel.

De hecho, cada año, se diagnostican en el mundo unos tres millones de casos de cáncer de piel. Solo en España, más de 21.000 personas en cada ejercicio sufren esta enfermedad. Y la única manera eficaz que realmente tenemos de evitar los efectos dañinos del sol es utilizar protectores solares o fotoprotectores.

Para ello, DosFarma ha elaborado una guía con lo que debemos saber a la hora de exponernos al sol el verano.

Tipos de radiación solar. Los rayos UVB son uno de los varios tipos que existen. Son aquellos que inciden directamente en nuestra epidermis, la capa más superficial de la piel. Son los responsables de activar la melanina y hacer que nuestra piel se broncee, aunque también son los causantes del enrojecimiento, las quemaduras, posibles alergias o incluso cáncer de piel.

Además, los rayos UVA, los más conocidos, son los que acceden a los niveles más profundos y el efecto que causan es más a largo plazo. Además, de estos dos, existen los rayos infrarrojos, que representan el 40 % de las radiaciones que nos llegan del sol. Acceden a los niveles más profundos de la piel y causan una aceleración en el envejecimiento de la piel y pérdida de elasticidad. También son responsables de la deshidratación y golpes de calor.

El último tipo de radiación es la luz visible que accede a las capas más profundas y es la responsable de la hiperpigmentación. Para poder protegernos adecuadamente debemos asegurarnos que en los envases de cremas protectoras las letras UVA y UVB estén rodeadas con un círculo.

Factor de protección solar o SPF es la medida de capacidad que tiene un fotoprotector para evitar que los rayos UVB provoquen quemaduras y problemas en la piel.

Existen diferentes factores de protección solar, que abarcan desde el SPF 5 hasta el SPF 50+, y para entender en qué consiste el número que lo acompaña debemos saber primero qué tipo de piel o fototipos tenemos. Es decir, si nuestra piel es de las más claras o de fototipo I significa que podemos resistir al sol sin quemarnos alrededor de 10 minutos antes de volver a usar fotoprotector. Si utilizáramos una crema con un SPF 20 podríamos multiplicar por 20 el tiempo que podemos estar expuestos al sol. Aún así, hay otros factores que influyen en el tiempo de protección como la intensidad del sol,

Por este motivo, es importante conocer el tipo de SPF adecuado permite evitar daños innecesarios a la piel.