El silencio reina en el pueblo de la Cañada de Fenollar, en Alicante, tras el robo de la campana de la ermita de San Jaime. El repique de la campana era el sonido ambiente de este pequeño pueblo: llevaba más de 100 años en la ermita de San Jaime y era el orgullo de los vecinos. Tras su desaparición, los residentes en el pueblo insisten: «Queremos recuperarla por favor».
Los ladrones subieron por el lateral de la iglesia y se hicieron con la campana. Dadas sus grandes dimensiones, existen varias teorías acerca de la planificación del robo. «Eso es imposible», asegura el Concejal de Partidas Rurales del Ayuntamiento de Alicante. «Aquí ha venido un camión con pluma», dice uno de los vecinos. El campanario ha quedado vacío, con un silencio aterrador que inunda las calles del pueblo alicantino.
No ha sido la única región de la península que se ha visto afectada por el robo de las campanas de la Iglesia: también en Villacibio en Palencia. En este caso, los ladrones decidieron hacerse con las dos campanas que resonaban en la Iglesia. También otra reliquia para los habitantes del pueblo. Cada una pesaba 180 kilos y ambas eran del siglo XIX.
‘ La Banda de campanas’
No es la primera vez que se llevan a cabo este tipo de robos. En Burgos y en Palencia desaparecieron aproximadamente 20 piezas en diez parroquias.
El grupo que se encarga de dichos robos recibe el nombre de ‘La banda de campanas’, según el párroco de varias parroquias del norte de Burgos. El objetivo es el asalto a las Iglesias del norte de la península para robar las campanas y luego vender el bronce y el cobre a la fundición. Un proceso del que apenas reciben 500 euros de financiación.