españoles del Centro de Astrobiología (CAB), ha encontrado por primera vez una molécula esencial para la vida en el espacio. Se trata de la etanolamina y contiene los cuatro elementos químicos fundamentales que permiten que se origine vida: oxígeno, carbono, hidrógeno y nitrógeno. Se ha encontrado en una nube molecular en el centro de la galaxia. En el hallazgo ha trabajado un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial del Ministerio de Defensa formado por astrofísicos, astroquímicos y bioquímicos. Para encontrar esta molécula se ha utilizado un radiotelescopio de 30 metros de diámetro desde el Pico Veleta (Granada) y otro de 40 metros en el Observatorio de Yebes (Guadalajara).
La etanolamina forma parte del grupo de moléculas, los fosfolípidos, que forman las membranas celulares, según han publicado los centros de investigación en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS) de Estados Unidos. Su descubrimiento proporcionará una mejor comprensión de la evolución de las membranas de las primeras células y la raíz de la vida, ha explicado el líder de la investigación, Víctor Manuel Rivilla.
Podría explicar otras formas de vida en el Universo
Rivilla ha indicado que haber encontrado la molécula significa que «los precursores de la vida» están en el espacio, según ha señalado en una entrevista en EFE. Además, ha señalado que «los ingredientes básicos para la vida están ahí», por lo que ha asegurado que existe la posibilidad de que desde esos «ingredientes» se haya formado o se puede formar vida en otros puntos del universo, al igual que ha pasado en la Tierra. El científico explicó que ese hecho no quiere decir que esas formas de vida sean parecidas a las que conocemos en nuestro planeta.
Por otro lado, la investigadora y coautora del estudio, Izaskun Jiménez-Serra, ha indicado a EFE que «un amplio repertorio de moléculas prebióticas podría haber llegado a la Tierra primitiva a través del bombardeo de cometas y meteoritos». De acuerdo con Jiménez-Serra, los científicos estiman que «alrededor de mil billones de litros de etanolamina» podrían haber llegado por esos impactos.