Una empresa gaditana sorprende: La inteligencia artificial juega al fútbol

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La inteligencia artificial entra en juego en los campos de fútbol con unas nuevas espinilleras que, además de aliviar golpes, son capaces de recoger en tiempo real hasta 50.000 datos del jugador que las lleva.

Humanox, una empresa de El Puerto de Santa María (Cádiz), ha diseñado y creado estos nuevos dispositivo que ya usan dos equipos de la primera división de LaLiga, el Osasuna y el Cádiz, tanto para sus primeras formaciones como para las de cantera.

Pero el creciente uso del big data en el deporte, y sus posibilidades para mejorar el conocimiento y el rendimiento de un jugador, auguran un «gran mercado» para estos nuevos dispositivos, según explica a EFE Javier Moreno, consejero delegado de Humanox, junto con Iván Contreras.

De hecho, estas primeras espinilleras inteligentes y conectadas del mundo ganaron en el 2000 el premio «Reimagine Football» de la UEFA, superando a 300 proyectos de 34 países que se presentaron a este concurso y fueron destacadas en el informe internacional «Sports Pro Media», como una de las veinte «startups» mundiales a seguir en 2021.

La empresa creadora de las espinilleras «HX50» fue constituida en 2020 y en apenas un año de vida ya cuenta con una filial en Reino Unido y otra en EEUU, que ya ha firmado un primer acuerdo con la Miami Youth Soccer Academy.

«Y ya estamos viendo el mercado asiático incluso», apunta Javier Moreno.

Su mecanismo para trabajar el «big data» se ha asentado en un elemento de uso obligatorio para todos los jugadores federados de fútbol, las espinilleras con las que amortiguar las posibles patadas de los contrincantes en el terreno de juego.

Son el único elemento con el que los jugadores pueden saltar al campo, ya que la normativa prohíbe incluso llevar un reloj.

Utilizando tecnología aeroespacial para su fabricación, los diseñadores crearon unas espinilleras en fibra de carbono, mucho más ligeras de peso y resistentes y capaces de debilitar más el efecto de una patada esparciendo su impacto por todo el material.

Pero además, llevan incorporadas sensores que recogen más de 50.000 datos brutos en tiempo real, ofreciendo a los jugadores y sus entrenadores más de cuarenta métricas, desde su temperatura corporal o su frecuencia cardiaca hasta con que pierna y con que fuerza toca el balón o su velocidad en el campo.

Todo un mundo de información que los jugadores y sus preparadores pueden analizar para establecer sus patrones, personalizar sus entrenamientos, diseñar estrategias o incluso prevenir lesiones.

Telefónica se ha convertido en socio tecnológico e inversor de este producto a través de Wayra, su aceleradora de empresas de innovación.

Y es que además de recoger datos, las espinilleras inteligentes están conectadas a través de los sistemas gsm y gps, con lo que la información viaja desde el terreno de juego hasta una plataforma online en la que se vuelcan y analizan los datos.

Los jugadores tienen luego la opción de dejar en abierto este canal, con lo que sus seguidores pueden conocer en tiempo real donde y cómo está y los «cazatalentos» pueden contar con una útil herramienta para descubrir a las futuras estrellas del fútbol.

«Hoy en día el dato es muy importante en el fútbol, se está trabajando mucho con la inteligencia artificial. Nosotros queremos democratizar esto dentro del fútbol base, en la cantera» para que todos los usuarios y clubes tengan datos, parámetros, algoritmos con los mejorar o sacar rendimiento de determinados patrones, explica Javier Moreno.

Tras esta empresa, se encuentran empresarios que llevan a sus espaldas una larga trayectoria en innovación, como Carbures, especializada en la fabricación de piezas de fibra de carbono para la aeronáutica, la automoción y la obra civil, y que se ha reconvertido en Airtificial, o Muving y Torrot, dedicadas a la movilidad eléctrica.

La compañía arrancó en 2020 con 1,5 millones de euros cubiertos por sus cofundadores.

Pequeños inversores y Univen Capital han aportado financiación por otro 1,5 millones de euros.

La compañía cerró su primer año con una facturación de 2,4 millones de euros y beneficios de 790.000 euros.

«En un solo año ya estamos en tres países, hemos saltado de tres a diecisiete empleados, y tras cerrar en positivo el primer año, el objetivo de facturación vamos a multiplicarlo por cinco», explicaba recientemente Iván Contreras en una nota de prensa.