El coronavirus ha cambiado nuestra vida y también nuestras tradiciones. Una de ellas el miércoles de ceniza, que se ha visto modificada debido a la situación epidemiológica del país.
El comienzo de la cuaresma viene marcado por el coronavirus y las iglesias han tenido que adaptarse a la situación. Este año, la imposición de la ceniza es diferente para evitar el contacto entre clérigos y fieles. Los devotos deberán mantener en todo momento la distancia de seguridad y el sacerdote no realizará la señal de la cruz sobre la frente de los fieles, sino que dejará caer la ceniza sobre la cabeza de cada persona.
Imposición de ceniza con distancia y sin contacto
Por la misma razón, las autoridades eclesiásticas también han desaconsejado los besapiés o besamanos a las imágenes de culto.
Las restricciones en los templos oscilan entre un tercio y la mitad del aforo permitido. Pero las comunidades más restrictivas son Aragón, Castilla y León o Cataluña. En el conjunto del país tampoco están permitidos los actos y ceremonias religiosas, como bodas o funerales, multitudinarias.
La celebración de la Semana Santa también pende de un hilo. El epidemiólogo y director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, ya ha advertido que, a pesar de la tendencia descendente registrada en los últimos días, la situación sigue siendo «muy mala y muy delicada».
El objetivo es conseguir que el 70% de la población esté vacunada contra el coronavirus para verano pero el ritmo de vacunación sumado a los problemas con la distribución y retraso de los fármacos dificultan cada vez más alcanzar esta meta.