Llegado este momento en el que la convivencia y el reencuentro tiene una de sus mayores expresiones con las fiestas de la Virgen de Gracia en Puertollano, es justo homenajear a la caseta más veterana de nuestras fiestas locales, la del Partido Comunista y a sus promotores.
Después del exilio, la clandestinidad y la lucha activa contra la dictadura para recobrar las libertades, el 9 de abril de 1977 (sábado santo) el PCE fue legalizado. Una vez despejado el horizonte, los camaradas que se habían organizado en clandestinidad prepararon en tiempo record “La Caseta del Partido Comunista de España” para la Feria de Mayo. Su primera ubicación fue complicada, se situó detrás de la gasolinera de la Virgen de Gracia y posteriormente detrás de la báscula, sufriendo, por así decirlo, un nuevo exilio de la zona noble del paseo del Bosque, un inicio difícil como siempre solventado por la disposición, la camaradería, el sacrificio y la tenacidad de una militancia que veía una oportunidad de obtener una fuente de ingresos que les permitiese adquirir una sede para poder reunirse y organizarse, además de cubrir los gastos de las actividades que estaban por llegar.
Estos ideales hicieron posible actos de solidaridad como que en el lugar donde se montaba la caseta los vecinos colindantes ofrecieran la luz y el agua, así como un apoyo claro y un firme entusiasmo generoso, sin su ayuda la instalación de la caseta no habría sido posible. Por tanto quiero aprovechar esta ocasión para transmitir también mi reconocimiento y agradecimiento a todas aquellas personas.
Desde el principio fueron muchos los colaboradores, pero los promotores de aquella idea fueron: Agustín Fernández, José Manuel García Cañuelo, Pilar Sierra Tapiador, Rafael Ayala Espinosa, Manuel Caballero, Plácido, Encarna, Inocente Serrano, Jose María Donaire, Luis Calero y tantos otros que a pesar de habernos dejado hace mucho, aún permanecen en nuestro recuerdo.
Desde el año 1986, la caseta está integrada en el flamante recinto ferial, y goza de un asentado prestigio, pasando de las sardinas, como si de un cambio generacional se tratase, a los pinchos morunos bien cargados. Se convirtió en uno de los puntos de obligada visita de nuestros paisanos, y de encuentro de los viejos históricos.
También de nosotros, los jóvenes, que, por cierto, ya no lo somos tanto. Allí se entablaba algún que otro debate, aunque el bullicio iba a propiciar que no fuesen tan largos. Al final se imponían la morcilla y el pincho. La caseta de los comunistas cuenta con su propia historia, que no es otra que la de sus gentes, con sus ideas, su dedicación y, sobre todo, el sentido colectivo tan notorio, huyendo de lo particular, de lo mío, de lo tuyo. En este sentido, hay dos personas que condensan todos estos atributos: Rafael Ayala Espinosa y Pilar Sierra Tapiador, que año tras año, realizaron un particular esfuerzo para organizar y dirigir esta pequeña parcela de nuestra historia, de una forma honesta y sencilla.
El cambio generacional llegó con el principio del siglo y hemos sido los camaradas de la provincia y de distintos puntos de la región quienes acompañados de hijas y nietos de aquellos pioneros, quienes continuamos con este pequeño legado de nuestros mayores, que únicamente ha faltado a su cita con Puertollano en dos ocasiones, hace 21 años tras el accidente en la refinería que le costó la vida a nueve trabajadores y con motivo de la pandemia del Covid. Mientras, continuamos esforzándonos para mantener este espacio de encuentro en el que todo el mundo es bienvenido y que camina con paso firme hacia el medio siglo de existencia para proyectarnos a los nuevos retos y nuevos tiempos, donde hemos pasado de aquella pequeña estructura, que aún se instala cada año, a una gran carpa y de aquellas primigenias sardinas, a una gran variedad de productos para todos los gustos. Es por ello que seguimos, porque todavía tenemos mucho que decir con nuestra forma de ser y de ver las cosas.
Animamos a nuestros vecinos y a quienes nos visiten en estas fechas, a recorrer el recinto ferial y a recordar anécdotas y vivencias en una caseta que forma parte de la mejor ciudad de Castilla la Mancha.
Jesús M. Manchón Sierra
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