Una cepa nueva de la gonorrea ha levantado la voz de alarma en la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se trata de una variante resistente a los antibióticos que preocupa a la comunidad médica y que ya se conoce como la súper gonorrea.
El motivo de esa mutación de la enfermedad de transmisión sexual parece encontrarse en el uso excesivo de determinados antibióticos en las fases iniciales del covid-19. En concreto, la OMS habla de la azitromicina, un antibiótico común para el tratamiento de infecciones respiratorias que se utilizó al inicio de la pandemia. La organización sanitaria subraya también «el acceso sin restricciones a los antimicrobianos» y la mala calidad de algunos antibióticos empleados.
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Al mismo tiempo, el protagonismo que tomó al coronavirus y la concentración de recursos para su tratamiento, hizo que otras enfermedades no tuvieran la misma vigilancia. En esta situación, se produjeron gonorreas que no fueron convenientemente tratadas y diagnosticadas.
El problema con las cepas resistentes de gonorrea no es nuevo. En la última década ya se advirtieron en numerosas ocasiones malas prácticas respecto al uso de antibióticos, lo que ha redundado en variaciones mucho más fuertes. Según la OMS, Japón fue el primer país en notificarlo. Luego se detectaron casos en Australia, Eslovenia, Francia, Japón, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Suecia.