España no tomará una decisión sobre la misión fallida del satélite Ingenio hasta dentro de seis semanas

satelite ingenio
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Un mes después del fallo del cohete Vega VV16 que arruinó la misión del satélite español de observación terrestre SEOSAT-Ingenio y del francés Taranis, la investigación realizada por una comisión independiente ha confirmado que un error humano causó el accidente. Ese fallo en la cuarta y última etapa (llamada AVUM) del cohete desvió su trayectoria a los ocho minutos del despegue, por lo que se perdió el control del vehículo y, con ello, los dos satélites, que cayeron en una zona deshabitada del Ártico.

La investigación ha concluido que el siniestro ocurrido el 17 de noviembre no se debió por tanto a un fallo en el diseño del cohete, sino a la incorrecta conexión de unos cables en uno de los sistemas de control durante su integración, llevada a cabo por el contratista italiano Avio. Como consecuencia de ese cruce de cables, se invirtieron los comandos de dirección, un error que no fue detectado en ninguno de los controles y pruebas ejecutadas ni durante la integración en Italia ni en el proceso de aceptación final del cohete para su despegue desde la Guayana Francesa . Así lo ha explicado Stéphane Israël, director de Arianespace, la empresa encargada del lanzamiento. En rueda de prensa ha asegurado también que la fiabilidad del cohete «Vega va a salir reforzada de este desafortunado incidente».

El satélite Ingenio costó 200 millones de euros , era la primera misión espacial totalmente desarrollada en España (en el marco de un programa de la Agencia Espacial Europea) y se consideraba un proyecto estratégico para el país. Su objetivo era proporcionar imágenes ópticas en alta resolución de la superficie terrestre para realizar mapas, vigilar el uso del agua y del suelo, gestionar catástrofes o controlar la inmigración durante al menos siete años. Estas imágenes complementarían los datos obtenidos con la tecnología radar del satélite español PAZ, lanzado en 2018, y permitirían que España fuera autónoma en la observación terrestre.

SIN SEGURO

El mismo modelo de cohete sufrió otro accidente el 10 de julio de 2019, cuando iba a poner en órbita FalconEye1, un satélite de observación de la Tierra de Emiratos Árabes Unidos que contaba con seguro. Pero como suele ser habitual en la mayoría de misiones científicas sustentadas en proyectos de investigación y desarrollo, el satélite español no estaba asegurado, un aspecto que ha sido criticado por los partidos de la oposición.

Tampoco el francés Taranis, cuyo coste ascendió a 110 millones de euros, contaba con seguro, como ha confirmado a este diario un portavoz del Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia (CNES). «Normalmente las misiones científicas no se protegen con seguros», señalan desde el CNES.

Durante la sesión de control al Gobierno en el Senado del pasado 1 de diciembre y ante las preguntas de las senadoras María Rosa Peral (PNV) y María Salom (Grupo Popular), el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, negó que la misión de Ingenio hubiese sido un «fracaso completo» pues, además de obtener los datos de observación terrestre, uno de los principales objetivos era generar conocimiento y capacitar a las empresas españolas para optar a otros contratos de mayor valor. Tanto desde el Ministerio de Ciencia como desde el sector espacial consideran que este objetivo ya se ha cumplido y dan por bien invertidos esos 200 millones. El reciente contrato de 389 millones firmado por Airbus con la ESA para desarrollar a misión LSTM, en el marco del programa de observación terrestre europeo Copernicus, se vincula con el desarrollo de Ingenio.

Tres días después del accidente, los franceses iniciaron el proceso para decidir si ponen en marcha una misión que reemplace a su satélite científico perdido, que iba a investigar un fenómeno energético que se produce por encima de las tormentas. Los expertos de las tres organizaciones francesas involucradas deben presentar a mediados de diciembre un informe para definir una misión que cumpla con los objetivos de Taranis recortando costes y plazos, y a finales de enero las conclusiones finales.

España, sin embargo, todavía no ha tomado una decisión sobre Ingenio y no aportará conclusiones sobre qué pasos dará hasta dentro de un plazo aproximado de seis semanas. Tal y como ha explicado esta mañana un portavoz del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), dependiente del Ministerio de Ciencia, el primer paso es esperar a recibir el documento con los resultados de la investigación independiente de forma oficial y, a partir de ese momento, se procesará la información por parte de los equipos técnicos, pues sostiene que se trata de un proceso con mucha burocracia.

Desde el Ministerio de Ciencia coinciden en que aún no se ha tomado una decisión sobre si se fabricará un Ingenio 2 con tecnología más moderna, aunque en principio son más partidarios de invertir en nuevos desarrollos tecnológicos. Ante la pérdida de Ingenio, la Agencia Espacial Europea (ESA) ha manifestado su voluntad de proporcionar a España de forma preferente el acceso a los datos de sus satélites que puedan suplir los que no llegarán con Ingenio. Sobre este aspecto y sobre la posibilidad de que España fabrique otro Ingenio, el CDTI afirma que «todos los asuntos están en las agendas de las reuniones» pero no ha habido ninguna resolución.

INSPECCIONES Y PRUEBAS ADICIONALES

Giovanni Colangelo, inspector general de la ESA, detalló durante la rueda de prensa las recomendaciones que, de forma inmediata y con carácter permanente, se han establecido para evitar fallos en futuros lanzamientos de Vega. Entre ellas, figuran inspecciones adicionales y pruebas para los dos próximos lanzadores con este modelo de cohete, cuyos componentes ya han sido producidos total o parcialmente en Italia por la empresa Avio. El siguiente lanzamiento de Vega está previsto para finales del primer trimestre de 2021.

Asimismo se implementarán medidas de control permanentes para asegurar su fiabilidad tanto durante el proceso de producción en Italia como en la fase de comprobación para su lanzamiento en la Guayana Francesa. «Lo que hemos aprendido es que tenemos que hacer los procedimientos más seguros», apuntó por su parte Giulio Ranzo, director de la empresa Avio.