Da la impresión, siguiendo el calendario de trabajo del Congreso de los Diputados, que en España la Covid-19 no es la preocupación más importante de los españoles. Para confirmar lo que digo durante este último estado de alarma el presidente del Gobierno apenas comparece en la Cámara para dar cuenta de las medidas que toma sobre la pandemia o el control que se está ganando/perdiendo sobre ella pero, mientras, se están aprobando, por el gobierno social-comunista y por sus socios proetarras e independentistas, unas leyes que nos afectan a todos los españoles de forma sustancial, hasta el punto de cambiar nuestros derechos y nuestra forma de vida. Sin querer exagerar el Gobierno parece que está en la línea de avanzar en cumplir su propio programa y el de sus socios con cuanta mayor rapidez mejor y con cuantos menos debates haya más fácilmente los saca adelante.
¿Alguien considera que la Ley Celaá, cuyo único contenido práctico es quitar la obligación del español para los españoles, reducir/excluir la enseñanza concertada y la educación especial, amén de la religión libremente elegida, es una ley tan urgente como para tramitarse y aprobarse a la vez que los Presupuestos Generales del Estado de 2021 y en pleno estado de alarma sin que por ello se pueda hacer ninguna oposición social a ella? ¿Acaso esta nueva ley de educación trata de corregir las deficiencias del sistema educativo español que ha denunciado el informe PISA? No, solo trata de imponer el punto de vista de unos españoles, que por cierto no son mayoría de votantes, a otros que sí son mayoría de votos.
En la misma línea de trabajo acelerado y sin participación de la sociedad, el Gobierno prepara la aprobación de la ley de la Eutanasia, ley que, para que no nos confundan y tengamos las ideas claras, solo está aprobada en cinco países del mundo: tres de Europa (Holanda, Bélgica y Luxemburgo) y dos de América (Canadá y Colombia). Y que esta ley fue rechazada en EE.UU. cuando pretendió aprobarse hace ya bastantes décadas. Por cierto, recomiendo a quien esté interesado en el tema o conocer la verdad de la cuestión, leer el discurso de Herbert Hendin ante un Comité del Congreso de Estados Unidos en 1977. Este autor, médico psiquiatra, había viajado a Holanda para “aprender” y traer a EE. UU. la practica de la eutanasia y ver como se importaba a su país. Pues bien, después de ver lo ocurrido en Holanda, se transformó en el mayor opositor a la eutanasia.
Entre las observaciones que hace, después de su viaje, cabe destacar: En Holanda se ha aplicado la eutanasia “teóricamente” para los enfermos terminales, pero en la práctica para los enfermos “crónicos”; se ha pasado, igualmente, desde su aplicación para evitar dolor en las enfermedades físicas a hacerlo para las enfermedades psicológicas; se ha practicado con personas que voluntariamente la han pedido pero también con personas que no la han pedido y la han sufrido de forma involuntaria. Es decir, se empezó en un planteamiento y se ha acabado en otro.
No se, como es obvio, cual pueda ser el punto de vista del lector sobre la eutanasia, pero creo que en un asunto tan grave e importante como es este de la muerte provocada, merece la pena no equivocarse y adquirir cuanta más información mejor: ¡Nos va en ello la vida! -y nunca mejor dicho-. Me permito recomendar que cada uno se ponga a nivel personal e íntimo en cualquiera de esas tres situaciones que acabamos de comentar: ¿Me gustaría que me matasen (eutanasia) porque tengo una enfermedad crónica que no tiene curación o lo que me gustaría es que, con esa enfermedad crónica, tuviese una vida con la mayor calidad posible y con cuidados personales y, a ser posible, poco estandarizados? ¿Me gustaría que si contraigo una enfermedad neurodegenerativa (Alzheimer, por ejemplo) me cuidasen adecuadamente o me dieran una medicación mortal para que no sufriese?
Creo que para ponernos en situación ante esta ley de la eutanasia a todos nos vendrá bien tomar un tiempo para la reflexión, aunque hubiera sido de desear que el Gobierno y los medios de comunicación hubieran tratado de generar un debate sobre el tema con los “pros” y los “contra” y, sobre todo, con la verdad de la muerte que conlleva. Claro que eso sería pedir “peras al olmo” para un Gobierno que lo que quiere es imponer su punto de vista.
Yo lo tengo claro. Siempre estaré a favor de la Vida. NO votaré a favor de la Eutanasia e invito al resto de miembros del Congreso a no apoyar esta ley.
Juan Antonio Callejas Cano
- Diputado nacional por Ciudad Real
- Grupo Parlamentario Popular
- Portavoz del Partido Popular en la provincia de Ciudad Real.
@jacallejascano
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