Un espacio natural donde el agua, la vida y el silencio crean uno de los paisajes más fascinantes de Europa.

En Castilla-La Mancha se encuentra uno de los tesoros naturales más valiosos de Europa: el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, un humedal único y último representante del ecosistema de tablas fluviales.
Aquí, las aguas que se desbordan sobre la llanura se combinan con las surgencias del acuífero subterráneo, dando lugar a un paisaje vivo en constante transformación. El resultado es un equilibrio perfecto entre agua, vegetación y fauna, que convierte a este enclave en un símbolo de biodiversidad y sostenibilidad.
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Más de 250 especies de aves habitan en Las Tablas de Daimiel, entre ellas garzas reales, patos colorados y ánades frisos, que encuentran en este humedal un refugio esencial para la nidificación y el descanso durante sus migraciones.
La vegetación también define la identidad del parque: masiegas, eneas, tarayes y carrizos forman un tapiz vegetal que cubre las orillas y da cobijo a innumerables especies. El equilibrio entre agua, plantas y fauna se manifiesta aquí como una coreografía natural cambiante, que varía con las estaciones y regala paisajes distintos cada día.
El Parque Nacional puede visitarse durante todo el año, a través de rutas, senderos y observatorios de aves que invitan a la contemplación y al silencio. Cada amanecer en Las Tablas de Daimiel es diferente, pero todos comparten una misma esencia: la del corazón húmedo de Castilla-La Mancha, donde la naturaleza respira vida.
Con el impulso de Turismo de Castilla-La Mancha, este espacio protegido es una parada imprescindible para quienes buscan turismo de naturaleza, sostenibilidad y belleza sin artificios.

