Por Hugo del Pozo Villanueva

La reciente aprobación de la Ley de Amnistía en el Congreso de los Diputados no solo ha sido un espejo de las divisiones políticas en España, sino también un reflejo de una crisis más profunda en la representatividad y funcionamiento de nuestra democracia parlamentaria. Este 30 de mayo, el pleno no solo ha ratificado una legislación controvertida, sino que también ha escenificado un espectáculo de confrontaciones que plantean serias preguntas sobre la calidad democrática de nuestras instituciones.

Una Sesión Plenaria Vergonzosa

Lo que se ha presenciado ayer en el Parlamento podría compararse más a un teatro de desacuerdos que a un foro de debate racional. Los insultos cruzados, las risas inapropiadas y las tensiones palpables no solo subrayan la división ideológica, sino que también erosionan la dignidad del proceso legislativo. Este comportamiento de la casta política, más propio de los peores ejemplos de parlamentos en crisis democráticas profundas, nos obliga a cuestionar: ¿Es este el nivel de diálogo y respeto que podemos esperar de quienes deben representarnos?

El Déficit de la Democracia Representativa

España, como muchas democracias parlamentarias, sufre de un sistema electoral que a menudo no refleja la voluntad directa de la mayoría de sus ciudadanos. La actual ley electoral permite que coaliciones postelectorales, en ocasiones contrarias al mandato popular mayoritario expresado en las urnas, decidan el rumbo del gobierno. Este fenómeno ha sido evidente en la aprobación de la Ley de Amnistía, donde los pactos entre el PSOE y partidos independentistas han sido cruciales para su avance legislativo. Este sistema fomenta un entorno donde no es el votante directo, sino las negociaciones entre partidos, lo que determina quién gobierna y cómo.

sanchez riendo congreso

Un Llamado a la Reforma Electoral

Es imperativo preguntarnos por qué no se ha abierto un debate serio sobre la reforma de la ley electoral para hacerla más representativa y directa. La resistencia a cambiar un sistema que facilita tales pactos podría interpretarse como un contentamiento con el status quo por parte de aquellos que se benefician de él. Sin una reforma que acerque el sistema electoral a un modelo más presidencialista o de representación directa, seguirán surgiendo situaciones donde la gobernabilidad se basa más en acuerdos ocultos que en un claro mandato popular.

La Sombra de Europa

Finalmente, es crucial reconocer que España, protegida bajo el paraguas de la Unión Europea, disfruta de una imagen de estabilidad política y democrática. Sin embargo, los eventos como los de ayer nos hacen cuestionar si, en ausencia de este marco europeo, nuestro sistema político estaría a la altura de los estándares democráticos que se esperan de un país del primer mundo. La Unión Europea no solo ofrece un respaldo económico y político, sino también un conjunto de expectativas democráticas que España debe esforzarse por cumplir, no solo en apariencia, sino en la práctica real y diaria.

En resumen, mientras que algunos podrían ver la Ley de Amnistía como un paso hacia la reconciliación política, es esencial que como sociedad reflexionemos sobre la integridad de nuestro sistema democrático y exijamos reformas que aseguren una representación más fiel y directa de la voluntad del pueblo español. Esto no solo es una cuestión de política interna, sino de nuestro compromiso con los principios democráticos fundamentales.

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