Pere Aragonés pone en marcha un Govern monocolor, estrictamente paritario, en minoría y sin el apoyo de sus potenciales socios atado. Un Consell Executiu de 14 Conselleries en representación de una minoría parlamentaria de tan solo 33 diputados, el 24% del hemiciclo. Los nuevos consellers, que está previsto que tomen posesión el próximo martes a las nueve de la mañana, cubrirán las vacantes que dejaron sus siete predecesores de JxCat tras decidir el pasado viernes dejar el Govern, cuya estructura también experimenta cambios.
El anuncio de la nueva arquitectura del segundo equipo de Aragonés –el primer tuvo que partírselo con sus exsocios- fue escueto, por comunicado y sin comparecencia. El ‘president’ cerró la configuración del Govern en dos días, se puso en marcha tras el anuncio de la abrupta salida de Junts vía consulta interna y se encerró en el Palau de la Generalitat para que el impacto del divorcio fuera mínimo.
Su principal obcecación fue que el nuevo equipo representara los tintes de varios sectores soberanistas, que interpelara a electorado de Junts, CUP y ‘comuns’, ese 80% que blande la Generalitat en sus encuestas sobre el apoyo de la sociedad catalana a un referéndum.
Los nuevos perfiles, independientes, exdirigentes del PSC, CDC y los ‘comuns’, y de carácter técnico. El historiador y catedrático Joaquim Nadal vuelve al Govern, esta vez de la mano de ERC y no del PSC, y repite por tercera vez como ‘conseller’, pero en otro ámbito, en Universitats i Recerca. También regresa al Consell Executiu Meritxell Serret para dirigir el Departament d’Exteriors, después de haber liderado Agricultura durante el Govern de Carles Puigdemont que impulsó el 1-O; y el especialista en cirugía ortopédica y traumatología, Manel Balcells, para pilotar Salut.
De la bancada posconvergente sale el fichaje de Carles Campuzano -exdiputado en el Parlament y en el Congreso por CDC- que llevará la cartera de Drets Socials. Del universo de los ‘comuns’ y para ocupar el Departament de Justícia, Drets i Memòria, Gemma Ubasart. Economia quedará en manos de la hasta ahora directora general de Indústria, Natàlia Mas; y el exalcalde de Sabadell, Juli Fernàndez, liderará Territori.
Los nombres elegidos evidencian la voluntad de Aragonés de buscar acuerdos con los ‘comuns’ y el PSC a nivel sectorial, dada la proximidad de los nuevos titulares con estas formaciones. «La idea es representar a la Catalunya entera», afirmó la Generalitat en un comunicado.
El martes, tomarán posesión a las 9 horas los nuevos ‘consellers’ y a las 10 horas comenzará la primera reunión del Govern de ERC en solitario en la sala Tàpies. La ‘consellera’ de Presidència, Laura Vilagrà, continuará con las funciones de coordinación, pero no será nombrada vicepresidenta porque Palau no lo considera necesario, ya que ya ejerce estas tareas de representación.
El aviso de los ‘comuns’
Aragonès se puso en contacto con los ‘comuns’ antes del anuncio, según fuentes conocedoras de la conversación, la noche del sábado, en una llamada corta y cordial que no les convenció y, posteriormente, su líder Jéssica Albiach cargó en las redes contra el nuevo equipo republicano: “El Govern nace muerto y, por lo tanto, no podrá contar con nuestro apoyo”, espetó, pidiendo un bloque “estable” para sostener una legislatura cuya finalización se prevé en 2025. «Quien lo tiene que hacer, no lo está haciendo», remachó. En Palau relativizaron el mensaje y lo achacaron al hecho de no haber contado con sus ocho diputados para forjar el nuevo Consell Executiu, algo que descartaron desde el primer momento.
Rechazadas de plano las opciones que planteaba Junts al ‘president’ –cuestión de confianza o elecciones-, Aragonés se dispone a explorar el terreno de la incertidumbre. La negativa a aceptar el apoyo socialista, exhibida a cargo del líder de ERC Oriol Junqueras, y el recelo de los ‘comuns’, abre la puerta a una prórroga presupuestaria que dejaría en papel mojado el diseño de las cuentas del ‘conseller’ Jaume Giró, aunque Esquerra intentará pactar, sin éxito, con Junts. El sector afín a Laura Borràs y a Carles Puigdemont se siente empoderado tras la victoria electoral interna, y este lunes la formación dibujará los pasos a seguir para construir una dura oposición a Aragonés.
El futuro presupuestario
Las reiteradas exhibiciones de mano tendida, tanto del PSC como del PSOE, incluso desde los altavoces el Gobierno, incomodan a los republicanos. No quieren quedar atados a los socialistas para evitar quedar hipotecados en Madrid, a sabiendas que el precio de su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado puede elevarse con avances en la desjudicialización –como la reforma del delito de sedición, además de la atenuación de posibles penas a los involucrados con el 1-O que todavía no han llegado a juicio- que permitan defender su apuesta por la mesa de diálogo, no sin descontar nuevas inversiones que faciliten la gestión del nuevo Executiu.
Salvador Illa, acomodado ya en la jefatura de la oposición, también tiene tiempo para construir la alternativa de cara a un nuevo ciclo electoral en que, además de ganar las elecciones, pueda gobernar, y seguirá ofreciendo a sus 33 diputados para garantizar la estabilidad en Catalunya. Pero mantener lejos a Illa pesa mas que tener unas nuevas cuentas, al menos, por ahora.