La mayoría de los cotos del Parque Nacional de Cabañeros exagera su población de ciervos para cazar más ejemplares

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Un informe externo encargado por el Gobierno indica que el cumplimiento en estas fincas particulares de los planes para controlar la superpoblación de venados y jabalíes es «bajo o muy bajo»

Casi la mitad del Parque Nacional de Cabañeros son cotos privados de caza. Y aunque cazar es una actividad incompatible con estos espacios protegidos, Cabañeros es una excepción legal: cada año siguen dándose numerosas monterías en esas fincas particulares para abatir venados o jabalíes justificadas, en parte, en su excesivo número. Sin embargo, la mayoría de los cotos privados ha estado inflando las poblaciones de especies cinegéticas que declaraban en sus terrenos, según un informe interno del Organismo Parques Nacionales.

Cada temporada, los gestores de los 15 cazaderos particulares planifican un volumen de piezas abatibles en virtud de los censos de ciervos y jabalíes que declaran tener en sus tierras. El objetivo es, argumentan, rebajar la densidad de las poblaciones que, al ser altas, deterioran el ecosistema. Lo que concluye el Informe sobre Ungulados Silvestres en Cabañeros encargado por Parques Nacionales es que las desviaciones entre lo que se declara que se cazará –un porcentaje respecto al total de animales que se calcula que hay– y lo que realmente se consigue matar indican que «los censos para los planes técnicos están sobredimensionando la población».  

Esta situación ha provocado que, en estas fincas, el grado de cumplimiento de sus planes técnicos en las tres últimas temporadas haya sido del 69%, según calculan los ingenieros responsables del documento. «Se puede calificar de bajo», admiten. Hay tres cotos en los que se ha cazado por encima de lo declarado y cuya desviación es incluso mayor: se quedan en un 58%.

Dentro de los cotos, que suman más de 21.000 hectáreas del parque nacional (el 44% del territorio), los hay que se ajustan más y que se ajustan menos a la situación que describen oficialmente a la hora de calcular cuántos animales van a cazar cada temporada. Con todo «son muy numerosos los cotos que están muy lejos de cumplir con lo planificado, destacando entre ellos Valleleor, El Avellanar, Cigüeñelas, La Torre de Abraham, El Chorrito, Garbanzuelo y Horcajo» detalla este documento. Sus registros de cumplimiento son: 19%, 34%, 36%, 61%, 62,8%, 63,4% y 56.2%, respectivamente. En el otro lado, los que ofrecen mejores datos son Cabañeros, Candilejos, Avesfrías, Fuente del Caño o Las Parrillas, con entre el 80 y el 90%.

En el caso del jabalí, la misma dinámica se agudiza. «Se planifica la caza de muchos más jabalíes», indica el análisis. Y reitera que la causa «podría obedecer a que los censos están sobredimensionados». Pero, además, para el cerdo salvaje añade que podría ocurrir que «las memorias anuales de caza no están recogiendo todas las capturas». Es decir, que los responsables de los cotos oculten en los registros oficiales ejemplares que sí se han cazado.

El grado de cumplimiento medio de los planes presentados por las fincas en los que se dan estas circunstancias es del 47,9%: «Se pueden calificar de muy bajos», resume el texto de Parques Nacionales. Y de nuevo repite que son muchos los cotos que están muy alejados de cumplir con lo que han declarado.  

El responsable de Ecologistas en Acción en Castilla-La Mancha, Miguel Ángel Hernández, explica que «solo los cotos saben realmente cómo funcionan en relación con los censos y lo que declaran que cazan o dejan de cazar. Al final, lo que ellos mismos dicen que se caza no quiere decir que sea lo que ocurre en realidad. Es muy complicado».

La caza deportiva en monterías, ganchos, esperas y acechos a cargo de particulares no es el único método aplicado para intentar controlar la superpoblación de ungulados. En los terrenos públicos propiedad del Estado se atrapan los animales en «capturaderos». El nivel de cumplimiento general de los planes de captura en las fincas públicas durante los últimos tres años ha sido del 81%: una media anual de 1.376 venados capturados de los 1.700 planificados. Los autores piden que se complemente este sistema mediante un control selectivo «con arma de fuego».

Daños por el desequilibrio ecológico

En el Parque Nacional de Cabañeros hay superpoblación de ciervos. Es un hecho aceptado por los gestores del parque e incluso los grupos ecologistas. Un volumen excesivo de esta especie deteriora el ecosistema al haberse roto su equilibrio. Sin embargo, los venados no se han multiplicado sin más. El mismo informe admite que una de las causas principales es la expansión de la agricultura intensiva, que no deja espacio de transición al acabar sus fincas, sino que se pasa directamente de la zona productiva a la forestal, más propicia para los ciervos o los jabalíes.

Por otro lado, se da «una clara intensificación de los aprovechamientos cinegéticos». Es decir, la caza comercial y deportiva. Tener más y mejor caza que ofrecer en un coto se consigue, a veces, con «mejoras del hábitat», admiten los técnicos, «pero en numerosas ocasiones se logra mediante la alimentación suplementaria», añaden. Alimento que «permite mantener densidades más altas que las que serían naturales».

Sin embargo, en Ecologistas en Acción añaden dos circunstancias más: «La falta de depredadores naturales como el lobo y el lince que desaparecieron de Cabañeros por la persecución humana y la fragmentación del espacio a base de vallados cinegéticos que confina a los animales dentro de los cotos lo que impide su dispersión».

La densidad admisible, según los responsables de Cabañeros, es de 20 ciervos por km2. En las zonas de gestión pública, la densidad media está en 31 ejemplares (aunque en dos fincas llamadas Gargantilla y Piedras Picadas están en 13 y 11 ejemplares por km2). En las fincas privadas donde se caza, la densidad oficial varía entre los 16,5 y los 98 ejemplares. En más de la mitad se superan los 30 venados por km2.  

Para Miguel Ángel Hernández los datos del informe significan que «la captura en vivo ofrece mejores y más creíbles resultados. En las zonas donde se practica, las densidades han tenido una tendencia a la baja en los últimos años» y contrapone la incertidumbre de los datos que ofrecen los cotos y que ha subrayado el análisis de Parques Nacionales: «Hay un mayor descontrol».