La investigación dio un giro tras conocerse el resultado de la autopsia, que descarta que Ignacio Cal falleciese por el fuerte golpe que tenía en la cabeza
Se llamaba Ignacio Cal García. Tenía 62 años. Había sido un hostelero conocido y reconocido de Sanxenxo. Y apareció muerto a orillas de un vial que va a dar a la circunvalación que une la villa sanxenxina con Portonovo. Lo lógico es que su muerte causase conmoción por producirse de forma inesperada, en un sitio tan inhóspito y, sobre todo, a una edad tan temprana. Y, realmente causó ese pesar entre los vecinos que le recordaban como una buena persona, campechano, un trabajador que había regentado uno de los restaurantes fetiches del puerto de Sanxenxo, el Maraxe, del que se había apeado hace solo unos años para tener una vida más tranquila. Pero su muerte, sobre todo, provocó un enorme desconcierto, porque murió a solo unos metros del lugar donde, minutos antes de que se encontrase su cadáver, su único hijo, que se llama como él, tuvo un accidente del que se dio a la fuga. El descendiente, de 33 años, acabó detenido y la Guardia Civil apuntó inicialmente a un supuesto homicidio como causa de la detención pero, a última hora de hoy, sábado, trascendió que fue puesto en libertad tras descartase que su padre sufriese una muerte violenta. Aún así, sigue sin aclararse de todo el guion de este enrevesado suceso con consecuencias fatales en el que perdió la vida una persona bien querida en la villa turística.